Niños Del Mundo: ¿Qué se puede hacer?

Capítulo 6

¿Qué se puede hacer?

 

Los tres componentes principales necesarios para promover, proteger y cuidar la salud mental de los niños son los siguientes:

 

  1. Comprometerse a fortalecer el liderazgo y aumentar la inversión;
  2. Utilizar vías de comunicación para abordar el estigma y comprometerse con los jóvenes;
  3. Actuar para minimizar los factores de riesgo, maximizar los factores de protección en las familias y escuelas, fortalecer la capacidad de protección social y mejorar la investigación en el área.

 

El compromiso, en términos generales, implica la necesidad de un liderazgo global más vital, el desarrollo de modelos de financiamiento para cerrar la brecha de inversión y asociaciones para compartir conocimientos y desarrollar capacidades, recopilar datos y evidencia, monitorear y evaluar el progreso. Además, implica un aumento de la financiación. En muchos países, la salud mental está subfinanciada, ya que la mayor parte del presupuesto se invierte en servicios psiquiátricos, dejando una pequeña cantidad para la prevención y promoción de la salud mental. Los países se han centrado en establecer objetivos presupuestarios específicos para problemas de salud mental dentro del ámbito de la atención médica en los últimos años. Por lo general, estos presupuestos son al menos un 5% en los países de ingresos bajos y medianos y al menos un 10% en los países de ingresos más altos.

 

Los países deben aumentar la financiación tanto en educación como en protección social. Deben establecer objetivos más precisos y desarrollar fuentes de financiamiento nuevas e innovadoras, involucrando a agencias internacionales y donantes, y enfocándose en derechos humanos basados ​​en las necesidades de las personas.

Mejorar la comunicación puede conducir a mejores resultados, pues aborda los conceptos erróneos sobre los problemas de salud mental que alimentan el estigma y evitan que los niños y adolescentes busquen apoyo y participen plenamente en sus comunidades. Los gobiernos y los medios de comunicación deben trabajar juntos para acabar con el estigma en torno a la salud mental y promover la opinión de que hablar sobre la salud mental libremente es esencial. Esto aumentaría el reconocimiento por parte de las personas que actualmente sufren de cualquier forma de salud mental, e informaría a los ciudadanos sobre la búsqueda de ayuda. La comunicación es fundamental, ya que proporciona a los jóvenes los medios para una participación más significativa, es decir, mediante la inversión en grupos comunitarios de jóvenes o la creación conjunta de iniciativas y programas de capacitación entre pares. Escuchar las necesidades de los jóvenes mejorará las medidas destinadas a ayudar a los niños, jóvenes y cuidadores a lo largo de sus vidas.

El componente de ‘actuar’ tiene cuatro aspectos principales. El primer aspecto es apoyar a la familia del niño y reconocerla como su figura fundamental. Las relaciones estables en el hogar pueden ayudar a proteger a los niños contra el estrés tóxico y promover la resiliencia y el bienestar general. Los programas para padres deben ampliarse, centrándose en el aprendizaje social y emocional (ASE) para ayudar a las familias y los niños a desarrollar vínculos positivos y crear un entorno familiar positivo. Los niños que viven en condiciones de hogar graves, incluida la violencia o el estrés severo, deben recibir apoyo específico. Se debe proporcionar a sus respectivos padres conocimientos (como programas de capacitación, asesoramiento sobre salud, nutrición y desarrollo infantil) y recursos como licencias parentales remuneradas, apoyo con respecto a la lactancia, cuidado infantil de alta calidad disponible y accesible, y prestaciones por hijo. En consecuencia, esto mejorará el compromiso del cuidador con sus hijos a lo largo de su infancia y adolescencia y fomentará su desarrollo social, emocional, físico y cognitivo. Los cuidadores necesitan capacitación en habilidades para mejorar los resultados de desarrollo y comportamiento para los problemas de salud de los niños y adolescentes.

En segundo lugar, las escuelas son una parte importante de la vida de los niños y, como tales, deberían ser una de las principales instituciones que garanticen el apoyo a la salud mental. La violencia, la intimidación, el estrés y la presión para desempeñarse son los principales quebrantadores de la salud mental. En este sentido, las escuelas deben implementar un enfoque holístico para mejorar el desarrollo y el bienestar de los niños. Deben fomentar un clima cálido y positivo que haga que los niños se sientan seguros y conectados y les permita expresar sus opiniones, ayudar a otros estudiantes a expresar las suyas y pedir ayuda cuando sea necesario. Deben proporcionar capacitación periódica sobre la salud mental y el bienestar psicosocial para los maestros y demás personal, así como para niños, adolescentes y familias. Las escuelas deben fortalecer aún más el conocimiento y las competencias socioemocionales de los docentes para ayudar a los niños y adolescentes a aprender sobre la salud mental, desarrollar hábitos saludables y reconocer a los estudiantes que podrían necesitar apoyo adicional. Además, deben proporcionar al personal de la escuela capacitación para identificar a los estudiantes en riesgo de suicidio y ayudarlos apropiadamente. Los programas nacionales de prevención del suicidio deben restringir el acceso a los medios de suicidio, alentar la presentación de informes responsables en los medios e identificar y eliminar el contenido dañino en las redes sociales.

 

En tercer lugar, se deben fortalecer múltiples sistemas y fuerzas de trabajo para abordar los desafíos de la salud mental. Los servicios de salud mental deben brindarse en diferentes sectores y plataformas de entrega, incluida la educación, la protección social y la atención comunitaria. La intervención basada en la comunidad tal como la protección infantil y la gestión de casos de violencia de género deben respaldarse con el fin de identificar y apoyar a los niños en riesgo que requieren atención especializada. Las organizaciones locales de mujeres deberían ser una fuente crucial de apoyo psicosocial para mujeres y niñas, especialmente para las sobrevivientes de violencia de género. Las intervenciones de MHPSS deben actualizarse para que brinden a los niños los medios y recursos necesarios para hacer frente a la ansiedad y las formas graves de angustia. Los derechos del niño deben respetarse durante el diseño y la prestación de servicios de salud mental, y los usuarios de los servicios deben ser tratados no como pacientes sino como individuos con derechos. La atención debe estar centrada en la persona y orientada a la recuperación.

El cuarto factor clave para la acción es mejorar los datos y la investigación. La falta de datos sobre la salud mental de niños, adolescentes y cuidadores, especialmente en los países de niveles de ingreso medios y bajos, plantea un desafío para el desarrollo y la planificación de políticas. Por lo tanto, los países deben aumentar los presupuestos de investigación para que se apliquen a todas las edades y etnias, así como adaptarse a las realidades locales y capturar la gran diversidad experiencial que existe. La investigación cualitativa puede ayudar a reducir las brechas en la generación de estadísticas y brindar un informe sólido sobre el bienestar de los niños y adolescentes.

Es crucial monitorear y evaluar la salud mental a través de un conjunto de indicadores básicos basados ​​en el consenso sobre la salud mental del niño, el adolescente y el cuidador, que abarque la prevalencia de las condiciones de salud mental, la provisión de atención de la salud mental y el alcance de los esfuerzos para abordar temas sobre protección hacia los niños y adolescentes en riesgo. La investigación debe apuntar a comprender diferentes necesidades e investigar los factores que detienen o aceleran la implementación e intervención de políticas. Incrementar la investigación proporcionaría a los gobiernos una perspectiva sobre el tema de la salud mental, y podría convertir meras ideas en acciones concretas.

 

Resumida por Elizaveta Rusakova de A FRAMEWORK FOR ACTION of The State of the World’s Children 2021

Traducido por Olga Ruiz Pilato de [World Children: What can be done]

 

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